miércoles, 1 de febrero de 2012

Tanto la quería, tanto que yo

No ha cambiado nada; sigue siendo la misma niña sonriente del año pasado, sigue teniendo esos días en los que está enfadada con todo el mundo y no hace otra cosa que chillar e insultar a todo lo que se mueva. Creo que se ha hecho algo en el pelo. No me disgusta, la verdad, porque ahora puedo observar con mayor facilidad esos enormes ojos marrones y brillantes que con cierta luz hasta se veían tonos castaños en el borde del iris. Tampoco la ha cambiado la sonrisa, ni esa manera suya de estar por encima de todo y todos. Tengo que admitir que a veces me llegó a gustar su megalomanía y desparpajo. 
Era perfecta hace unos meses y lo sigue siendo. Me gustaba todo de ella: desde el pelo hasta los pies aunque casi no me dejase verlos ocultándolos con calcetines de colores cuando hacíamos el amor. Quería a esa chica como no se puede querer a nadie aunque al final del cuento, a pesar de innumerables esfuerzos por intentar que no acabase, pareciera que la odiaba y que no la quería ni ver.

- por ella moría... (Más bien me mataban sus palabras y su poco cariño).

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